Desnudando a Vallejo
La precisión me interesa hasta la obsesión. Si usted me preguntara cuál es mi mayor aspiración en estos momentos, no podría decirle más que esto: la eliminación de toda palabra de existencia accesoria, la expresión pura, que hoy mejor que nunca habría que buscarla en los sustantivos y en los verbos... ¡ya que no se puede renunciar a las palabras!...
Desde la poesía quechua, el Perú no había logrado una definida y propia expresión poética hasta la aparición de Cesar Vallejo. Mariano Melgar represento una tentativa meritoria, considerando que se adelantó al romanticismo español y que utilizo el sentimiento andino. La poesía de aquel gran patriota fue un progreso importante en el camino hacia una literatura nacional, popular, de fusión y de mestizaje.
Más de un siglo se interpuso entre su muerte (1814) y el nacimiento de Los Heraldos Negros (1918). Lo que se escribió en ese interludio constituyó una continuación o una copia de la poesía extranjera - llámese española, francesa o Rubén Darío – a pesar de la inserción de algunos temas peruanos. Tuvo que aparecer Vallejo, para que el Perú proclame su independencia literaria.
¿En que radica la grandeza de Vallejo? Respondamos con sencillez. Su grandeza, cada día más apreciada, reside en el establecimiento de sus raíces literarias en las más recónditas esencias peruanas. Su lirica era autentica y así creo los más humanos poemas del idioma español del siglo veinte. Y al ser peruano cosmopolita, sin indigenismos mal dirigidos - mitad españoles y mitad quechuas, que al final no son ni lo uno ni lo otro – alcanzo todo el ámbito terrestre, en conclusión, la universalidad.
Y no olvidemos un aspecto importante. La forma por sí sola, la forma pura, no representa a la palabra. Aventureros de esta receta han invadido nuestra literatura. El contenido, por más social, racional o revolucionario que sea, si no posee una expresión correcta, profunda o bella, se quedara en una agradable intención poética, como esas de las que están repletos los anaqueles de las librerías. Lo que le da eternidad al escritor o al artista es la unión inseparable del contenido y de la forma, la calidad dentro de una armonía estética y humana, sin disolución posible. Y en esto, Vallejo era un maestro de maestros.
De su capacidad como dominador del idioma todos tenemos referencia, sin embargo, nunca cayó en el purismo formalista. Todos sabemos que fue un revolucionario, pero nunca fue un demagogo. La palabra significaba para él un altísimo instrumento creador y por eso no podía utilizarla mal o envilecerla con panfletazos o con rompecabezas, que algunos llaman poesía, y solo son un retazos cerebrales.
¿Cuál es el tema fundamental de la poesía de Vallejo? También lo diremos con la mayor sencillez. El rumbo de casi toda la poesía de vallejiana es el hombre, su dolor y la esperanza. “Trilce” es el grito de dolor profundo por la muerte de su madre y su encierro en la cárcel. “España, aparta de mi este cáliz” es el reflejo de una humanidad optimista hecha una “Masa” universal. Y los “Poemas Humanos” trasladan el dolor físico e interior del propio Vallejo y nos dice con trágica dulzura el significado de “recordando lo que hubimos sufrido ambos a la muerte de ambos”.
A Vallejo hay que llegar con recogimiento, graduado de hombre, como decía el poeta. Siendo hombre por la palabra y por la acción. Este es el único requisito para alcanzar su altura, una mínima de sensibilidad, negada a los violadores del verso. Además, usted vera, que al releer sus poemas, hallara una nueva inspiración, una manera de volar, que le causara un sentimiento único, situado entre la eternidad y la tristeza.
Vallejo en vida no pudo volver al Perú. Es lo mejor que pudo pasar. De otra manera, Leguia, Sanchez Cerro o Benavides lo habrían puesto en prisión y habrían privado al mundo del mejor testimonio artístico de una época y de un pueblo. Vallejo ahora viaja por el mundo, lentamente, paso a paso, convertido en poesía inmortal. A Vallejo solo queda abrirle mente, corazón y brazos, para que así se quede siempre y sintamos en su aurora que él, también estaba lleno de mundo.