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Vargas Llosa y el fuego

Dicen también que para ser un genio tienes que creértelo (Mario Vargas Llosa se tiene la confianza, como varios otros), pero también, y sobremanera, hay que acertar (y Mario Vargas Llosa acierta al tener esa idea de si mismo).

Publicado: 2015-04-13


Vargas Llosa esta de cumpleaños. Y aunque por los golpes de la edad ya no disfrute tanto de uno de los placeres más grandes de la vida, el de viajar empedernidamente; es un setentón activo, juvenil de mente y de cuerpo. Dicen que los signos evidentes de la vejez son la rigidez y el estancamiento de ideas; y que por el contrario, la curiosidad y la capacidad de poner en duda las propias creencias, siempre con una mente abierta, son los rasgos de la juventud. Entonces Mario es un señor de 79 años que más parece un joven de 30.

Es imposible hablar de él y no tocar la política. Nunca fue un traidor a la causa, como ha sido señalado por la izquierda extrema, todo lo opuesto, siempre ha sido un hombre fiel a sus convicciones. Es un incansable defensor de la libertad del individuo, rechaza totalmente la coerción por parte de cualquier Estado, y con mayor decisión rechaza a las dictaduras, sean de izquierda o derecha. Con respecto a sus colegas, nunca coincidió con Cortázar, quien no juzgaba del mismo modo los crímenes cometidos por la derecha o la izquierda; ni con Borges, que estuvo dispuesto a recibir honores de parte de Pinochet. En general, defiende la sociedad abierta, y tiene como línea a los pensadores liberales ingleses.

Pero regresemos a lo nuestro. Su “primer amor” literario del Nobel de Literatura fue el teatro y muy temprano además, ya que escribió una obra dramática en 1952, con tan solo 16 años. Con él todo es impredecible, por lo que no podemos saber cómo serán sus últimos amores, pero todos esperamos que sean muchos más. Eso sí, podemos tener la absoluta certeza de que escribirá siempre, o al menos hasta el día en que su capacidad conserve la agudeza, la creatividad y la curiosidad que lo han definido durante más de 60 años de ininterrumpida actividad intelectual.

Siempre se ha destacado por ser un escritor muy laborioso, de los que creen que no existe mejor complemento al talento que el trabajo, y por una independencia ética que jamás cayó ante chantajes ni felonías infames por parte de sus innumerables contradictores. Vargas Llosa es, para todos los que apostaron su vida a la pasión por las letras, un ejemplo inquebrantable de actividad y un combate constante contra la flojera o el estancamiento mental, tanto en el ámbito literario como en el político.

Si me preguntan, o quieren que califique su obra, por exagerado que suene el adjetivo, es para mí monumental. Para empezar, ha escrito más de 50 volúmenes, lo que solo es comparable con grandes como Balzac. Pero el detalle del número no es lo importante, ya que Corín Tellado tiene una obra más vasta. Lo asombroso es que todos sus libros tienen una técnica impecable, y abarcan muchos momentos, llámense humor o levedad, pasando por la descripción detallada de una ciudad hasta la más compleja situación psicológica de una persona. En lo que respecta a ensayos, es muy riguroso; podemos estar de acuerdo o no con sus ideas, pero nadie puede negar que su argumentación es clara, directa y nunca rastrera, porque nunca cae en la mentira o difamación. Vargas Llosa reúne todas las características del correcto escritor. Comparte su inteligencia, nos conmueve con la sensibilidad y nos inquieta con la amplitud de su cultura. En resumen, es un intelectual integro, completo.

En una envidiable vida, Vargas Llosa público antes de cumplir los 30 años, novelas ya maduras, de gran peso y ahora casi a los 80 nos sorprende con trabajos que por su humor y frescura poseen la gracia de la juventud. Las de la temprana madurez son La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1965) y Conversación en la catedral (1969). Sus famosas obras totales son perfectas y magistrales historias en las que se condensan el manejo de los narradores, las

voces y el tiempo. En las que requiere del lector un atento y apasionado compromiso ya que conllevan una agradable dificultad. La obra que representa su madurez rejuvenecida es Travesuras de la niña mala (2006), que es su única novela “romántica”.

Vargas Llosa dijo en un discurso en 1967, al recibir el Premio Rómulo Gallegos de novela, que la literatura es fuego. El fuego de su obra y su personalidad arrolladora, tienen que ver con muchos factores. Lo primero es que mantiene una fe inquebrantable en la literatura y todo lo que esta representa. El oficio de escribir requiere una constancia y una fuerza que muy pocos tienen. A esto se le une la plena confianza de que esta actividad, la de crear mundos y personajes, la literatura, es útil e imprescindible para el mundo. Y para finalizar la seguridad sin ningún miedo de pensarse y saberse un gran escritor. Dicen también que para ser un genio tienes que creértelo (Mario Vargas Llosa se tiene la confianza, como varios otros), pero también, y sobremanera, hay que acertar (y Mario Vargas Llosa acierta al tener esa idea de si mismo).


Escrito por

Oscar Pozo

Inconforme, pecador impenitente, fumador y escritor de cuentos que no puede publicar.


Publicado en

Metiendo Mano!

Mis artículos, columnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias.