#ElPerúQueQueremos

La voz de Ribeyro

“Un autor no busca la palabra más justa, ni las más bella, ni la más rara. Busca solamente su propia palabra.”

Oscar Pozo

Publicado: 2015-01-10


No tengo dinero ni para pasajes ni para cigarros, solo me consuela una taza de café. Entro a trabajar temprano un domingo como castigo a una vida de mucha paciencia y pocas satisfacciones, la vida de escritor. Estos días fríos y sin sentido me recuerdan a Julio Ramón Ribeyro. Genial cuentista y mejor aún redactor de su propia vida. Un estilo propio y único al escribir sus cuentos, una secreta misión oscura de darles realidad y voz a todas aquellas personas que pasan por la vida en una lucha incansable por la felicidad: los subestimados, los fracasados y todos aquellos personajes que miramos con curiosidad, pero que nadie retrata ni defiende. Y por supuesto, con un humor ácido que hace sus cuentos tan entretenidos. Para ser un excelente narrador necesitas de 3 esenciales cualidades. Mucha sensibilidad, mucho tacto al hablar de tus personajes. Necesitas ser muy inteligente para poder relacionar tus experiencias y vincularlas a tu mundo de ficción. Algunos cumplen una, quizás dos cualidades. Es por eso que se pierden tantos proyectos de narradores. Ribeyro tenía la más importante cualidad, la simpleza, la habilidad de condensar una genial historia en un solo golpe, un cuento en su caso. Un K.O. literario. En sus palabras, “Un autor no busca la palabra más justa, ni las más bella, ni la más rara. Busca solamente su propia palabra.

Pero la obra fundamental, su totalidad y nuestra mejor forma de entenderlo, son sus diarios íntimos. “La tentación del fracaso” es una obra única en nuestra literatura. Su inicios, su miedo a caer en una vida monótona de trabajo, sus viajes por Europa, sus amores inconclusos, sus incontables trabajos y penurias para la conseguir la mayor recompensa, la de poder vivir como un escritor. Vivir es morir, curarse y renovarse todos los días. Es también reencontrarse y reconquistarse. Para ello le servía su diario, confidente, medico, consolador.

Ribeyro murió de todo, y por supuesto de su afición empedernida a los cigarros, a su faceta de “animal nocturno”. Pero hoy Ribeyro cumple 85 años, y lo mejor que podemos hacer seria leerlo y jugar con sus costumbres. Lo que más quisiera ahora seria tomarme un tinto de Saint-Emilion, su predilecto. Fumar unos cigarros junto a su lápida, y leer tal cual dicta esta frase en sus ‘Prosas Apátridas': “La única manera de continuar en vida es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia al futuro.” Sin embargo, estoy atrapado en un trabajo haciendo lo mínimo, rendirle un pequeño homenaje. Solo me queda pensar que como él, nosotros los escritores, reímos al último.


Escrito por

Oscar Pozo

Inconforme, pecador impenitente, fumador y escritor de cuentos que no puede publicar.


Publicado en

Metiendo Mano!

Mis artículos, columnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias.